El proceso de curación es fundamental para desarrollar el sabor y la textura de ambos tipos de jamón. Aunque tanto el jamón ibérico de bellota como el jamón serrano pasan por un proceso de curación similar, la duración y las condiciones de curación varían significativamente.
Jamón Ibérico de Bellota
El jamón ibérico de bellota se somete a un proceso de curación largo y meticuloso que puede durar entre 24 y 48 meses, dependiendo del tipo de jamón. Durante este proceso, las piezas se curan en bodegas de secado ubicadas en zonas frescas y secas, lo que favorece una curación lenta y uniforme. Este largo período de curación permite que el jamón ibérico de bellota desarrolle un sabor más profundo, complejo y aromático, con notas afrutadas, dulces y un toque de acidez. La textura también es más suave y tierna, lo que se debe a la mayor infiltración de grasa en la carne.
Jamón Serrano
El jamón serrano, en cambio, tiene un proceso de curación más corto, que puede oscilar entre 7 y 18 meses, dependiendo de su calidad. Debido a la menor cantidad de grasa en la carne, el jamón serrano no necesita tanto tiempo para curarse como el jamón ibérico de bellota. Su curación más breve da lugar a un jamón con un sabor menos complejo, aunque igualmente sabroso. La carne es más magra y firme, lo que resulta en una textura más masticable y un sabor más directo.