Después del secado, los jamones se trasladan a bodegas de envejecimiento, donde se someten a un largo proceso de curación que puede durar entre 12 y 48 meses, dependiendo del tipo de jamón (ibérico de cebo, ibérico de cebo de campo o ibérico de bellota).
Las bodegas donde se envejecen los jamones ibéricos suelen estar situadas en regiones con un microclima particular que favorece la curación. La combinación de temperatura, humedad y ventilación natural es clave para el desarrollo de las características organolépticas del jamón.
- Desarrollo de sabores y aromas
Durante el envejecimiento, el jamón ibérico sufre una serie de transformaciones bioquímicas que son responsables de su sabor, aroma y textura únicos. Las proteínas y las grasas de la carne se descomponen en aminoácidos y ácidos grasos libres, que contribuyen a los sabores complejos y a la suavidad de la carne.
A lo largo de todo el proceso de curación, se realizan controles periódicos para asegurar que los jamones cumplen con los estándares de calidad. Los maestros jamoneros inspeccionan los jamones visualmente y utilizan técnicas tradicionales, como el calado, que consiste en insertar un hueso de caña en diferentes puntos del jamón para evaluar su aroma.