4. El marmoleado: La grasa infiltrada, señal de calidad
El marmoleado o infiltración de grasa es uno de los principales indicadores de la calidad del jamón ibérico. Un buen jamón ibérico de calidad tiene una grasa que se distribuye uniformemente por la carne. Esta grasa no es solo visible, sino que también tiene un papel esencial en la textura y el sabor. Cuando se prueba, la grasa se derrite en la boca, liberando un sabor intenso y suave a la vez.
En un jamón ibérico de bellota, la grasa tiene un color blanco marfil y tiene una consistencia que se derrite fácilmente al contacto con la lengua. En otros tipos de jamón ibérico, la grasa puede ser más amarillenta, pero aún debe ser suave y de buena calidad.
5. La apariencia y el aroma del jamón ibérico
El aspecto exterior del jamón también es un buen indicativo de su calidad. Un jamón ibérico de calidad debe tener una capa de grasa exterior bien definida, que no sea demasiado gruesa ni dura. La pierna debe tener un color rojo brillante, sin excesos de grasa amarillenta en la parte externa.
En cuanto al aroma, el jamón ibérico de calidad debe tener un perfume suave y delicioso, con un toque afrutado y un matiz dulce. Un aroma a rancio o avinagrado indica que el jamón no ha sido almacenado correctamente o que no es de buena calidad.
6. El sabor: El toque final para identificar un buen jamón ibérico
El sabor es el factor más importante cuando se evalúa un jamón ibérico. Un buen jamón ibérico de calidad debe tener un sabor suave, pero complejo, con matices que recuerdan a la bellota, la hierba y el aire fresco de los campos donde el cerdo ha sido criado. La carne debe ser tierna y jugosa, mientras que la grasa debe derretirse fácilmente, proporcionando una textura delicada y un sabor rico.