La vida del cerdo ibérico comienza en la dehesa, donde las madres dan a luz a sus crías entre los meses de febrero y abril.
Durante esta etapa, los cerdos se alimentan principalmente de cereales y hierba, complementando su dieta con leche materna. Esta alimentación contribuye a su crecimiento y desarrollo óptimo, preparándolos para las siguientes etapas en la dehesa.
Entre los meses de enero y marzo, los cerdos ibéricos más jóvenes aprovechan la primera montanera.
Durante esta época, los cerdos se alimentan de las bellotas que no han sido consumidas por los cerdos más grandes y completamente desarrollados.
Este periodo es esencial para el desarrollo óseo y muscular de los cerdos, ya que la actividad física que realizan en la búsqueda de alimentos en la dehesa contribuye a la infiltración de grasa en su carne, dándole un sabor único y jugosidad.
Tras la primera montanera, llega el verano y los cerdos ibéricos entran en la segunda etapa de engorde en la dehesa.
Durante los meses de octubre a febrero, los cerdos se alimentan exclusivamente de bellotas, lo que les permite engordar alrededor de 80 a 90 kilos.
Esta alimentación rica en bellotas y ejercicio físico en la dehesa contribuye a la infiltración de grasa en la carne del cerdo ibérico, otorgándole su característico sabor y textura.