Selección genética
El primer paso en el proceso del jamón ibérico comienza con la genética del animal. Solo los cerdos de raza ibérica pueden producir auténtico jamón ibérico, y dentro de esta categoría hay diferentes grados de pureza. El más valorado es el 100% ibérico, procedente de madre y padre ibéricos. También existen cruces con Duroc, que mantienen al menos un 50% de raza ibérica.
Vida en la dehesa
Una característica fundamental es el modo de vida de los cerdos. En el caso del jamón ibérico de bellota, los animales viven en libertad en las dehesas, donde pueden moverse, alimentarse y desarrollarse de forma natural. Este entorno les proporciona una dieta rica en hierbas, raíces y, especialmente, bellotas, que son fundamentales en la calidad final del jamón.
Montanera: la alimentación clave
Durante la montanera, que se extiende de octubre a marzo, los cerdos se alimentan exclusivamente de bellotas y pastos naturales. Esta alimentación rica en ácido oleico mejora la infiltración de grasa en el músculo y aporta al jamón sus propiedades saludables y su sabor característico.